domingo, 19 de diciembre de 2010

Créanse artistas... a propósito del Premio Nacional de Periodismo Deportivo para Héctor Alarcón Manzano

Por Cristhian González Arancibia

Recuerdo con claridad la primera vez que estuvimos cerca. Fue en marzo de 1997. Había ingresado hace pocos días a estudiar Periodismo en la U de Conce y mis padres me habían regalado una grabadora de ésas con casete chiquitito. Engrupido, iba a cuanta conferencia de prensa encontraba hasta que llegué a ésa, previa a un amistoso de Colo Colo en Collao.

En la entrada, me advirtieron: “¿Usted es estudiante?”. “Sí, de la U de Conce”, respondí, como si la chapa sirviera de rompefilas. “No sé si lo dejen entrar. Está Alarcón Manzano y sólo admite periodistas titulados”, me previnieron en plena época de una lucha por la exclusividad profesional que hoy está perdida. Que la perdimos feo, pero que el “profe” ha seguido dando: presidió el Consejo Provincial del Colegio de Periodistas y encabezó algún intento por agrupar a los que cubrimos deportes. Pocos acudimos al llamado.

Héctor Alarcón Manzano es el periodista deportivo más reconocido de la Octava Región. Varias veces, en la micro de vuelta de algún entrenamiento, he sido testigo de que los choferes escuchan su programa en Radio Femenina o de fanáticos que debaten acerca de sus comentarios. Opiniones hay para todos los gustos. Si no fuera así, no tendría sentido.

Su secreto mejor guardado es de qué equipo es hincha. Tengo mis sospechas, pero nunca las ha confirmado. “Le ha costado salir del clóset”, suelo reprocharle. Aún no puedo tutearlo. No me nace.

De su carrera he sido testigo en los últimos trece años. Sospecho que me perdí una buena parte: sus comienzos en la radio Tomé, su paso por la Simón Bolívar, la Biobío o la época en que dirigió la estación local de la Chilena. No alcancé a verlo en el desaparecido Canal 5, en el que –me contaron- fue uno de los pocos que entrevistó a Paul Schaefer. Pero presencié sus discusiones con el inefable Bernardo Pelén – de quien dudo que descanse en paz- en TVU. En medio de un programa, hoy de culto, le subieron un gato al estudio. Alarcón reclamó inocencia.

Donde más compartimos fue en la universidad. Fue mi profesor en Radio y en Televisión. Era la época del informe de notas escrito en una Olimpia del año de la pera. “¿Profe, cuando le va a cambiar la cinta al notebook?”, lo desafiaba. Siempre ha dicho que fui una piedra en su zapato y que le saqué varias de las canas que adornan su cuero cabelludo. Una de sus arengas nos inspiró. “Créanse artistas”, nos dijo, sin reparar en las consecuencias de su recomendación para una camada a la que sólo le faltaban luces.

En esa época, ya competíamos. Él era parte del inventario en El Mercurio y yo daba mis primeros pasos en La Tercera y en el diario pop. Su única concesión era traerme de vuelta en su auto, si no tenía móvil.
Hoy debo agradecerle, también, su colaboración en Purofútbol.cl, un proyecto de tres amigos en el que es columnista y al que nos ilusionamos con sacarle rédito económico, aunque a los periodistas no nos preparan para eso. También, congratularme por ser su amigo, porque me lo dijo hace ya varios años. Pero fundamentalmente, felicitarlo por la alta distinción que acaba de recibir. Es el Premio Nacional de Periodismo Deportivo 2010. Se lo merece.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Víctor Solar Manzano, Premio Nacional de Periodismo 1969


por Alfredo Barría Molina

Recuerdo a Víctor Solar Manzano. Lo veo en su oficina de director de fenecido”El Diario Color”, de Concepción. Había llegado allí por intervención de los hados; el periódico que hasta septiembre de 1973 había apoyado a Salvador Allende, había de cambiar su destino. Y lo cambió.
Este periodista de corazón cumplió a cabalidad su labor. No sólo mantuvo a flote el diario, también salvó a compañeros de profesión, en aquellos aciagos días acosados por la maldad y la deslealtad de muchos de sus propios colegas. En esos instantes, “Vitoco” Solar se nos apareció como un hombre íntegro, mucho más digno que los mismos que sólo le vieron errores vitales en su experiencia.
Yo estaba allí, a su lado, cuando habló con el entonces general jefe de plaza, Washington Carrasco. Gracias a él y al sentido común y buen criterio del militar, varios periodistas pudieron escapar de la persecución.
Ahora lo veo en el diario “El Sur”. Un secretario de redacción con talento y acuosidad. Memorables fueron sus escritos bajo el seudónimo de Jean d’ Agreve. Editoriales, artículos de opinión e interpretativos constituyeron muestras del mejor estilo, de sus temas de actualidad, de su infinita capacidad para penetrar en los recovecos de la historia penquista, de su infatigable labor como defensor del medio ambiente. Por eso lo vuelvo a ver ahora con una sonrisa suave y sugerente, al momento de recibir el Premio Nacional de Periodismo, el 10 de octubre de 1969. Como pocas veces el galardón recaía en un periodista de provincias. Pero la gloria no era de él, según me contó, sino del diario que fue su sentido de vida, de “el Sur”. Tan propio del periódico como los premios nacionales anteriores, el de Armando Lazcano Herrera y el de Hernán Bernales Hinojosa.
Así es. Lo observo caminar por los vetustos pasillos de su casa laboral. Me avergüenzo al recordar un error irreparable que cometí cuando yo era corrector de pruebas y trabajaba en medio de la sinfonía de las linotipias. Él había organizado un curso nacional de cuento, y así decía la “pala” que revisé. Pero no salió “cuento”, sino “cuentos”. Todo lo eché a perder, no es lo mismo hablar del género cuento, que de los cuentos. La peor sanción no fue la filípica de jefe a subordinado, sino observar su cara de desencanto por el bochorno que sufrió al ver la edición del diario con la falla esencial. Vergüenza que ahora entiendo mucho mejor que en ese tiempo. Ahora comprendo y siento el mismo respeto que Vitoco tenía por el buen uso del lenguaje, por la pulcritud del castellano.
Y lo sigo viendo. En este instante mi mujer y yo estamos en su casa de Vitacura en Santiago. El lugar donde vivía lo reflejaba. La residencia tenía la clase de un lugar refinado. Muebles antiguos, de rancia prosapia como la de él mismo, como la de su familia afincada en la historia de Concepción. Aquí nació, en Barros Arana a la altura del trece, en 1927; aquí estudió en los Padres Franceses y luego en la Universidad de Chile, donde mandó el Derecho a otra parte y prefirió el periodismo. Desde luego su itinerario inicial incluyó a Santiago y en 1950 se incorporó la Redacción de El Imparcial. Regreso a Concepción, a “El Sur”, en 1956. Otro gran periodista del periódico penquista y también Premio Nacional, don Alfredo Pacheco Barrera, cuando supo de la distinción a Solar, destacó de él las campañas que dinamizó como redactor a favor de la regionalidad y en pro de la integración de la unidad geoeconómica del Bío-Bío, la de la recuperación regional después de los terremotos de 1960, la del trato especial que ya en ese tiempo pedía a gritos para la industria del carbón, la de la modernización de los abastecimientos alimenticios, las infatigables defensas del paisaje pencopolitano. Y, agreguemos, la prestancia literaria que logró darle a “El Sur” con sus memorables Suplementos Dominicales.
¿Qué diría usted – le pregunté a otro periodista del alma, que se llama Hernán Osses Santa María – de Víctor Solar Manzano? Su respuesta fue certera e instantánea: un hombre culto, bien nacido, caballero de cuna, correcto, figura literaria. Y más aún, riguroso en su trabajo periodístico, jamás recurrió al “jaiteo” (a la palabrería, en la antigua jerga de los diarios), corregía con exactitud, poseía un estilo trabajado, limpio, coherente, documentado. Interesado en la historia de Concepción.
En la calle Castellón, entre Freire y Maipú se editó el primer periódico de Concepción “El Faro del Bío-Bío”. Víctor Solar dejó la huella y logró que la Municipalidad de entonces pusiera una placa en recuerdo de un hecho tan decisivo en el devenir de la ciudad. Él reconstituyó a trazos hechos importantes de nuestra ciudad, destacó la influencia señera de la Universidad de Concepción, la acción de familias de tradición penquista. Solar perteneció a una de ellas. Fue hijo de Víctor Solar Morel y de Elmira Manzano de Solar. El historiador Fernando Campos Harriet informa que Víctor Solar Morel era hijo del general Rolando del Solar Echeverría y de la señora Flora Morel Zegers. “Este militar-dice- fue jefe de División en Concepción, pertenecía a la rama santiaguina de los Del Solar, procedente de la rama fundada en Concepción por don Mateo de Cajival y Solar, Tesorero Real de Concepción, 31-XII.1671, su alcalde en 1668, caballero de Orden de Santiago en 1692”.
Ese rancio origen aristocrático no convirtió a Vitoco en un individuo altivo y orgulloso. Sus linajes los mezclaba con los valores de sus talentos. La inteligencia de la que disfrutó supo enseñarle a poner como Dios manda los pies sobre la tierra. La misma inteligencia que puso al servicio del periodismo.
Alfredo Pacheco logró parte de su alma, cuando le preguntó de qué manera definiría esto de ser “penquista”. “Para mí, respondió Solar, es penquista el que se dedica a Concepción. El que está sumergido en la problemática penquista y la siente con calor humano y la vive apasionadamente. No soy el autorizado para responder en esencia eso de “ser penquista”, la pregunta daría para un seminario. Pero sí hay un sentimiento primario del ser humano y su circunstancia, el mío es el de haber llegado al mundo en la calle Barros Arana, una noche de septiembre y haber recibido el agua austral del Bío-Bío”.
Su ser penquista lo llevó a defender con tenacidad los recursos naturales de la región. Y al mismo Alfredo Pacheco le aclaró sus puntos de vista: “En el plano mundial está trabada una lucha dramática, que toca ya en la posibilidad misma de subsistencia del hombre en su medio natural. Me ha tocado en suerte ser periodista de un diario que es vocero de una región en explosivo desarrollo industrial. He vivido distintas épocas de Concepción en mis ya no tan cortos años, y he apreciado (he sufrido) la tremenda presión de lo urbano sobre el contorno natural. Cada día se incorpora más en el repertorio de los deberes ciudadanos, la obligación de velar por la conservación de la naturaleza. Casi una reacción espontánea mía, ha sido la de escribir que es lo único que podemos hacer los periodistas sobre la flora, sobre la fauna, sobre las deslumbrantes bellezas de nuestro Hualpén, de nuestro río, de nuestro cielo, puro “todavía” y de cuanto constituye nuestro patrimonio natural”.
Recuerdo a Víctor Solar Manzano. Lo veo alargándome una copa de buen trago. Siento su voz, tan auténticamente educada por el verdadero mundo aristocrático que le tocó vivir; lo veo afanado escribiendo un editorial que valía la pena leer. Lo recuerdo una y otra vez batallando contra la vulgaridad. Lo veo elegante, tranquilo hasta en los momentos más difíciles. Lo recuerdo como un hombre y un periodista que no peregrinó en vano por esta vida.

domingo, 13 de junio de 2010

Carta desde Puerto Montt


Sergio Osses, ex alumno en la Carrrera de Periodismo de la Universidad de Concepción, me remitió este texto desde Puerto Montt, en donde se desempeña como editor periodístico en la Bio Bio local. Con su autorización lo publico ahora. Que lo disfruten. H Olea M

Por la cresta!!!!! fue lo primero que se me vino a la mente cuando la luz
se cortó y todo quedó obscuro como mina de carbón..Seguramente alguien
chocó con algún poste y me toca ir a cubrir el pastelazo, pero un minuto
después vino el ruido como un palo de agua, lento, extraño y las cosas se
movieron, la luna brillaba en la ventana y dejaba entrever la sombra de los
árboles meciéndose, no precisamente por el viento.

Me fui rápido a la puerta y mi temor se convirtió en pavor cuando abrí la
puerta y el auto se movía de lado a lado mientras los techos se arqueaban-
El Calbuco está con erupción- dije pensando en los pocos minutos que hay
para vestirse y comenzar a despachar- pero luego divisé hacía la cordillera
el negro horizonte, ya no había duda, las placas juguetonas pelearon, ahora
venía lo otro, bajar al plan y constatar que no había daños.

Me vestí como pude, saludé al vecino que, todavía durmiendo no sabía que
diablos pasaba, y partí en el auto mientras Puerto Montt se mantenía en la
penumbra, el teléfono sonaba y sonaba y la mujer que decía “Usted será
transferido a un buzón de mensajes” se ganó lo mejor del repertorio
garabatero, con la familia y los parientes asomando, negra noche, negras
ideas, gente en las calles asustada y vidrios en medio del camino, sin
duda- dije yo- Aquí estuvo el epicentro, qué ególatra...

Llegué a la Comandancia de Bomberos junto con el Gobernador, subimos, el
cuartel ya era centro de operaciones cuando vino la réplica, mientras
intentaba dar con una linea abierta en Conce, tamaño temblor había que
despacharlo, la voz de la “Flaca” Vejar me congeló el corazón, “Checho, en
Concepción fue terremoto, tenemos la mitad de la ciudad en el suelo,
Chechito, está la pura cagá en Conce”...Todavía se me humedecen los ojos
cuando lo recuerdo.

Mis padres, mi gente, mi vida, y los teléfonos muertos, ENTEL y la que
lo.......Don Francisco decía que CLARO está en todas partes, viejo de
mier....nada de nada, todos pensando en que ya pasaba la emergencia y yo
sabiendo que la mía comenzaba, había que abrir transmisiones y calmar a la
gente que clamaba por la Bio Bio, el show debe seguir pensaba y me fui al
edificio, serían las horas más terribles en toda mi vida, sentado en el
locutorio transmitía calma y pedía tranquilidad mientras Talcahuano se
derretía entre las olas y mi corazón agonizaba sin una palabra de mi gente.


Y así fue la cosa, pasaban las horas, amanecía en esta lluviosa ciudad, La
Radio volvía al aire y escuchábamos cada minuto lo peor de lo peor, Alto
del Río, la Plaza y la diosa Ceres, Vilugrón como siempre explicando con
esa calma que hasta es creíble, la Vicky, Marino, Don Piero- toda una
revelación- Mario Alejandro, todos, todos allá relatando la tragedia y yo
aquí, sentado frente al micrófono, oyendo como se desgarraba mi ciudad y
pensando que mis padres quizá ya no estaban...

Me fui a la casa, necesitaba ducharme, sacarme la madrugada y cambiarme
de ropa, como zombie miraba fijamente mi teléfono y nada, hablaba solo, con
Dios, con los Angeles y hasta con los perros, nada podía sacar de mi mente
la pena y el temor.

Medio día, el Intendente de la época, Sergio Galilea, citaba a conferencia
de prensa para anunciar la ayuda, y me preguntaba por mi gente, - No sé
nada Intendente- le dije conteniendo esas gotas que pesaban tanto en mis
ojos – Osses, me dijo, si necesita irse dígame no más, yo le busco un cupo
en algún vuelo de la FACH- un gesto que jamás se olvidará, así como el de
todos los que poco me conocían, de pronto termina la cita, bajo, llego al
auto y veo el teléfono que por razones obvias dejé en silencio....” 2
LLAMADAS PERDIDAS CASA”...sin pensar las devolví sin éxito hasta que sonó
nuevamente- “Hijo, estamos bien, se movió la casa, pero estamos bien- no
soy de los que creen que los hombres no pueden llorar, yo lo hice por casi
10 minutos.

Y así pasaron los días, oyendo cómo saqueaban, oyendo el lacrimógeno
mensaje de Marcelo Rivera, oyendo cómo se remecía la ciudad con cada
replica, y yo aquí, sin poder hacer nada, jamás dejaría La Radio para irme
a Conce, salvo que las cosas volvieran a su curso lo que recíen ocurrió el
miércoles, había llegado el momento de cobrar la palabra, necesitaba un
cupo para viajar y así fue, -Andate y ve a tu gente, es lo mejor que puedes
hacer- dijo Don Pablo el administrador de La Radio y de la nada estaba en
casa haciendo la mochila y cargándola de comestibles y agua, unos amigos de
verdad habían llevado algo antes a mi casa, ahora me tocaba y me fui al
Tepual, el “Chino” un control casi multifacetico me llevó, estaba a minutos
de subir al Hércules y Santiago Pablovic me aguó el completo y la bebida
que engullía...”Hay alarma de Tsunami”, por la cresta se suspende el vuelo
pensé al tiro.

Hablé con mi gente, todos bien, nada de arrancar, y ojalá se pueda volar,
cuando vi la mochila que era tragada por el gigante Hércules de la FACH me
dije “tamos daos”, de allí al abordaje y la hora y media de vuelo pasó casi
como un suspiro, a las 8 de la noche pisaba Carriel Sur, una ciudadela de
ayuda, cajas y militares, a esperar el salvoconducto, todos amigos de
todos, todos echándole pa delante, no importaba que se acabaran los papeles
para transitar, los propios efectivos de la Fuerza Area me llevaron al COT,
con mi permiso en la mano me bastaron las tres cuadras hasta la Radio para
entender que mi ciudad quedó herida grave, físicamente y en el alma.

Mi radio era una farmacia, las calles fuertemente resguardadas, las
escaleras hasta el tercer piso inagotables, el abrazo con mi gente lo más
lindo, el encuentro con los muros y las casas botadas, desgarrador, -cómo
mierda vamos a salir de todo esto- pensaba.

Me tomé los dos siguientes días para acompañar a mis padres, íbamos a
buscar agua a una vertiente cercana pues los móviles de ESSBIO quedaban
cortos, los acompañé a poner bencina luego de tres horas de cola, fui a
comprar al Bigger después de esperar otras dos, la ciudad despertaba tarde
por el toque de queda y sus habitantes asomaban a las calles timoratos y
caminando como almas en pena, sin rumbo.

Ya el sábado me reintegré a la pega, y tuve la oportunidad de recorrer la
ciudad, los edificios a mal traer, la impotencia de quienes perdieron todo,
la mal llamada “Zona cero”, pero también pude sentir ese despertar, las
ganas de salir del mal sueño, que cosa más rica sentir que nos levantamos
con el deseo de poder sacudirse el polvo telúrico de los 8,8 pese a que las
réplicas nos recordaban a cada rato que la tierra todavía se acomodaba.

Me quebré varias veces, en silencio, sin nadie a mi lado, me quebré por mi
gente, por la gente, por todo lo que vi, por todo lo que pude vivir, pero
cuando se acercaba la fecha de la vuelta, la tranquilidad ya me invadía,
las sonrisas asomaban...y así me vine...dejando en el terminal a mi
familia, a mis amigos y una parte de mi alma, fue un mes exacto de
vivencias tan intensamente lindas, de recordar calles, amigos y costumbres,
fue un mes de terremoto y de renacimientos, fue un mes de radio y de canal,
un mes guardando recuerdos, para toda la vida.

martes, 20 de abril de 2010

Christian Paulsen



La vida tras seis décadas

Periodista, a pesar de estar estrechamente ligado a la actividad política regional, ha desempeñado esa labor durante 42 años sin pausa. Reconoce su amor por el periodismo, sentimiento que, según él, no lo abandonará jamás.

Luis Castillo Zavala



La tarde, está algo helada y oscura en los pasillos de la Municipalidad de Concepción, muchos funcionarios ya se han retirado, otros, se preparan para hacerlo. Entre saludos, recados de las secretarias, llamados telefónicos y papeleos de uno y otro lado, Christian Paulsen Espejo-Pando, concejal de la comuna y militante de Renovación Nacional, nos abre las puertas de su oficina y nos deja entrar en la intimidad de su vida.

El incesante sonido del tránsito, justo a la hora en que la mayoría de la gente se dirige a sus hogares, irrumpe en el tranquilo ambiente que hay en su oficina. Allí, tras lograr realizar una llamada, desde su teléfono celular, después de varios intentos y en medio de papeles, carpetas y disquetes sobre el escritorio, comienza la plática.

Este abogado y periodista de 65 años, casado con la periodista Josefina Garbarino, afirma que pertenece a aquellos que en algún momento ingresaron a esta labor antes de que existieran las escuelas de periodismo en Chile. En lo profesional destaca su formación en el diario El Sur, del que conserva grandes recuerdos, señalando que fue una gran escuela para periodistas en su época. Ha realizado cursos y diplomados de comunicaciones en diferentes universidades del país y el extranjero, lo que lo ha llevado actualmente a desempeñarse como docente del instituto DuocUC en área de la comunicación. Hoy es concejal de Concepción, y conduce algunos programas de conversación tanto en radio como en televisión local.

Visión personal y periodismo

Paulsen tiene una visión no muy tradicional en cuanto al periodismo. Indica que su experiencia de 42 años como periodista colegiado, le lleva a afirmar que “el mundo de las comunicaciones da para una licenciatura en ciencias de la comunicación”. Afirma que la actividad de periodismo debe ser una formación de pos-grado y que “debe orientarse básicamente a aquellos que en alguna medida se han desenvuelto o han desarrollado su tarea en las diversas profesiones que conforman la actividad profesional actual”. Agrega que se debe recordar que mucho del periodismo es un oficio, en contraposición a la comunicación, ciencia mucho más amplia que la especialidad, ya que desde ella se tiene un rango amplio de actividades.

Para él, el rol más importante del periodismo es el reporteo, “el que está en el frente noticioso, el que está en el lugar donde suceden los acontecimientos”. Menciona que quien en algún momento cumple esa función “se enamora profundamente de la actividad del periodismo y no la deja nunca más”. Recordando lo que alguna vez le dijeron cuando se retiró del diario El Sur, “tú llegaste para quedarte hasta que te mueras”. “Se palpita con lo que pasa en el mundo como llegar al corazón mismo de los hechos, corre la adrenalina por las venas” aunque sea una noticia que eventualmente pudiera no ser tan relevante, señala enérgico y expresivo, dejando notar la pasión con que él vive el periodismo. Con sus palabras crea una atmósfera casi mágica en el espacio, que ya ni siquiera el ruido del tráfico puede romper. Es estar en el palpitar del mundo, continúa, “eso te queda dentro de las venas y se te hace carne” afirmando que una vez que ocurre eso ya no se puede abandonar la labor.

El problema está, menciona, en que muchos de los estudiantes de periodismo llegan a estudiar a la carrera, obviamente porque ellos eligieron, pero puede suceder que la vocación no esté tan manifestada. Agrega que quien no tiene la posibilidad en algún minuto de vivir la noticia, de experimentar la adrenalina que se siente, “difícilmente le va a agarrar ese bichito que a un periodista no lo abandona jamás”.

Paulsen se muestra claramente como un enamorado del periodismo ya que ha sido su vida, afirma que en ningún momento de los 42 años que lleva en este mundo, ha dejado de trabajar para algún medio. Esto, incluso desarrollando actividades en otras áreas, ya que ha sido director y gerente de empresas de turismo, además de desarrollar actividades comerciales entre otras, “pero nunca he dejado de ejercer el periodismo” ratifica.

La política en su vida

Christian Paulsen, afirma que la inquietud por la política le comienza de muy joven, de aquellas conversaciones de sobremesa que tenia su familia cuando él era un niño, reafirmándosele después, cuando entra a estudiar derecho en la Universidad Católica de Valparaíso. Así al ingresar a la universidad “me matriculé en el mundo universitario de la época”, señala haciendo alusión a las condiciones sociales que se vivían en ese entonces. Ya que “si hubiera entrado en la década del sesenta, a lo mejor habría sido mirista”, señala sonriendo, pero como entró en la década del cincuenta fue falangista, demócrata cristiano. Porque así es el ambiente que se vive en el mundo universitario, explica.

Desde esa época se mantuvo muy vinculado a la política, hasta el periodo de la Unidad Popular, en que siendo funcionario público y jefe de prensa de la radio Cooperativa en Concepción, fue opositor al régimen. Menciona que cuando vino el gobierno militar se acabó la política, alejándose de ella sin ejercerla contingentemente, y así pasó un buen tiempo.

La conversación se vuelve un tanto más calmada desde su expresividad en el tema del periodismo, sólo se ve interrumpida por una llamada telefónica que obliga a hacer una pausa. Tras mencionar que está ocupado, sigue con el tema.

Pasado ese tiempo el mundo cambió radicalmente, afirma retomando la conversación, “entre la década del 70 y el 90 el mundo sufrió un vuelco gigantesco, se acabó la dicotomía oriente occidente. Habían cosas en la época del 70 que a uno le angustiaba el pensar que iba a vivir en una sociedad totalitaria”. Dice que era una angustia de todos los días, sobre todo “uno que ansiaba una sociedad plena de libertades”. De pronto cambia todo aparece un mundo nuevo, lo que le hace volver a la política en 1994, año en el que ingresa a Renovación Nacional, ya que era, señala, una colectividad que pretendía renovar la política chilena. “Ahí me he mantenido, partidario de la sociedad libre”, puntualiza.

Siempre ligado al periodismo

Christian Paulsen, señala que durante los años del gobierno militar se desarrolló en el área del periodismo deportivo, ya que anteriormente había trabajado en deportes en el diario El Sur. Así se desenvolvió en esta área, ingresando a la radio con programas desde el borde mismo del campo de juegos, indica. Ingresó después al canal 5 de televisión de la Universidad Católica y ahí estuvo durante muchos años en deportes.

Señala que durante esos años, hizo diferentes trabajos en todos los tipos de actividades deportivas, “eso también es una cuestión interesante, porque el fútbol no es lo mismo que el básquetbol, el básquetbol no es lo mismo que la equitación, ni el ciclismo, ni el automovilismo, etc”. Todo eso, afirma, le da una característica multifacética a la actividad periodística, “manteniéndome así durante todo el gobierno militar” recalca.

Durante esa época también se desempeñó en diferentes cargos dentro del Colegio de Periodistas, “fui presidente interino, fui vicepresidente, fui tesorero, fui secretario del colegio”, señala sonriente y orgulloso, agregando que también fue miembro y dirigente del sindicato de periodistas que después desapareció.

Señala que posteriormente también hizo clases en la Universidad de Desarrollo, cuando partió la escuela de periodismo, razón por la cual recuerda momentos en que en dicha universidad bromeaban con él, “hice clases de historia del periodismo, me decían que yo había nacido con Pulitzer, por eso que tenía derecho de hacer clases de historia del periodismo, porque me la conocía entera” señala entre risas. Finalmente, cuando terminó en el canal 5 siguió en la radio, “pase por varias radios con mi programa de conversación, a diversas horas”, afirma. Hace 5 años, menciona, surgió TVU, en el cual “estoy en un programa llamado Haciendo Región”, programa que, según él, es una conversación informal de empresarios con invitados especiales.

Regionalista de corazón

Este periodista, se considera profundamente regionalista, “pienso que el crecimiento armónico de un país requiere el desarrollo libre y equilibrado de este, a través de la igualdad de oportunidades para las regiones”. Afirma que tenemos tanta gente a lo largo y ancho del país que tiene tanto o menos recursos que los que viven en Santiago, no obstante mucho más del 50 por ciento de los recursos se invierten allí. Sostiene también que es buena para Santiago una regionalización, “es un anhelo universal que las decisiones estén cerca de los que sufren o gozan de esas decisiones”. En ese sentido, subraya como concejal, que en el ámbito municipal se critica mucho la falta de atribuciones que están en el nivel central, ejemplo de ello es la reparación de aceras que corresponde al Ministerio de Vivienda y Urbanismo. Lo mismo pasa en las decisiones de los partidos políticos, señala.

Nuevamente la conversación es interrumpida por el teléfono, esta vez se demora más hablando con quien lo llama, perece que ahora se trata de algo o alguien más importante, por su tono de voz. Seguramente necesitan hablar con él, ya que dice que se desocupará en media hora.

Gestión municipal

Cae la noche en Concepción, las luces de la ciudad comienzan a encenderse, incluso la de su oficina, que deja ver nítidamente un pendón de cerca de 2 metros de alto como propaganda de Renovación Nacional, además de una planta relativamente grande y dos pinturas en su pared que sí decoran el espacio.

Como concejal de Concepción y militante RN, Christian Paulsen, evalúa la gestión de la actual alcaldesa Jacqueline Van Riselberghe, considerando su postura oficialista al municipio penquista. Afirma que junto con la edil, comparten un proyecto ciudad y que está orientado básicamente a eliminar los desequilibrios urbanos y los desequilibrios sociales dentro de la ciudad. Dice que “la principal tarea que se propuso la alcaldesa, en el equipo que formamos parte, es mitigar la situación precaria de la gente más vulnerable”. Es por eso, subraya, que la mayor parte de la preocupación edilicia está orientada a los barrios periféricos, agrega que allí ya se pueden ver avances tales como multicanchas iluminadas, pequeñas plazas o juegos infantiles, entre otros, y que significa toda una red social de salud y educación.

Por otro lado, asegura que él tiene una relación buena con todos los concejales, “tenemos una relación bastante grata, de relativa amistad y compañerismo”, menciona que hay diferencias en el consejo entre los concejales de oposición y la alcaldía, lo que es natural, pero siempre dentro de la cordialidad, puntualiza Paulsen.

Christian Paulsen en lo personal

Señala que uno de sus pasatiempos es el fútbol, va muy seguido al estadio a ver los partidos de los equipos locales y hoy por hoy, a la Universidad de Concepción, en donde señala que, en una actividad muy diferente a lo que hace cada día, se encuentra hinchando por el equipo con Augusto Parra, ex rector de la Universidad de Concepción y actual senador, del cual afirma es muy amigo. También le gusta leer, particularmente temas históricos o vinculados con eso, además de novelas históricas. Confiesa que “veo tele más de la cuenta, más de lo que fuera conveniente”. Por sobre todo dice que le encanta, le apasiona salir a excursionar en caballo por el campo, manifiestamente es un amante de la naturaleza, el bosque, los ríos.

Menciona también que le gustan mucho los paseos itinerantes, ir a una ciudad un día y a la otra al otro día. Cuenta que muy joven viajó a Europa en barco, como periodista, y recorrió buena parte de ese continente, “fue un viaje súper entretenido por que iba de ciudad en ciudad, conociendo y viendo el mundo entero, me entretiene mucho eso”, recalcó.

Por ultimo afirma que no tiene ningún proyecto a futuro, el único proyecto que se puede fijar no es más que “colaborar con la ciudad que uno ama”, dice y a parte de dejar algo que valga la pena indica, está escribiendo, “estoy empezando a escribir algo de lo que he vivido en los últimos 50 años de vida penquista”. Afirma que en el aspecto político no tiene proyectos específicos de ninguna especie, salvo que como afirma “estoy obligado a ir a la reelección, ya que me obliga la ubicación que tengo en mi partido”, agrega que hubiera preferido hacer otras cosas, por que esta actividad quita mucho tiempo.

La conversación se acaba, ya es tarde y está oscuro en la calle, tras una larga plática la relación se vuelve un tanto más íntima. Fuera de la oficina se sienten voces impacientes desde hace un rato, es como si no encontraran la hora de ver salir de esa habitación a quien tiene ocupado al concejal. Tras un par de fotografías y un estrechón de manos se emprende el regreso. La noche, está oscura y helada en los pasillos de la Municipalidad de Concepción.


Luis Castillo, alumno de la Carrera de Periodismo de la Universidad de Concepción