Sergio Osses, ex alumno en la Carrrera de Periodismo de la Universidad de Concepción, me remitió este texto desde Puerto Montt, en donde se desempeña como editor periodístico en la Bio Bio local. Con su autorización lo publico ahora. Que lo disfruten. H Olea MPor la cresta!!!!! fue lo primero que se me vino a la mente cuando la luz
se cortó y todo quedó obscuro como mina de carbón..Seguramente alguien
chocó con algún poste y me toca ir a cubrir el pastelazo, pero un minuto
después vino el ruido como un palo de agua, lento, extraño y las cosas se
movieron, la luna brillaba en la ventana y dejaba entrever la sombra de los
árboles meciéndose, no precisamente por el viento.
Me fui rápido a la puerta y mi temor se convirtió en pavor cuando abrí la
puerta y el auto se movía de lado a lado mientras los techos se arqueaban-
El Calbuco está con erupción- dije pensando en los pocos minutos que hay
para vestirse y comenzar a despachar- pero luego divisé hacía la cordillera
el negro horizonte, ya no había duda, las placas juguetonas pelearon, ahora
venía lo otro, bajar al plan y constatar que no había daños.
Me vestí como pude, saludé al vecino que, todavía durmiendo no sabía que
diablos pasaba, y partí en el auto mientras Puerto Montt se mantenía en la
penumbra, el teléfono sonaba y sonaba y la mujer que decía “Usted será
transferido a un buzón de mensajes” se ganó lo mejor del repertorio
garabatero, con la familia y los parientes asomando, negra noche, negras
ideas, gente en las calles asustada y vidrios en medio del camino, sin
duda- dije yo- Aquí estuvo el epicentro, qué ególatra...
Llegué a la Comandancia de Bomberos junto con el Gobernador, subimos, el
cuartel ya era centro de operaciones cuando vino la réplica, mientras
intentaba dar con una linea abierta en Conce, tamaño temblor había que
despacharlo, la voz de la “Flaca” Vejar me congeló el corazón, “Checho, en
Concepción fue terremoto, tenemos la mitad de la ciudad en el suelo,
Chechito, está la pura cagá en Conce”...Todavía se me humedecen los ojos
cuando lo recuerdo.
Mis padres, mi gente, mi vida, y los teléfonos muertos, ENTEL y la que
lo.......Don Francisco decía que CLARO está en todas partes, viejo de
mier....nada de nada, todos pensando en que ya pasaba la emergencia y yo
sabiendo que la mía comenzaba, había que abrir transmisiones y calmar a la
gente que clamaba por la Bio Bio, el show debe seguir pensaba y me fui al
edificio, serían las horas más terribles en toda mi vida, sentado en el
locutorio transmitía calma y pedía tranquilidad mientras Talcahuano se
derretía entre las olas y mi corazón agonizaba sin una palabra de mi gente.
Y así fue la cosa, pasaban las horas, amanecía en esta lluviosa ciudad, La
Radio volvía al aire y escuchábamos cada minuto lo peor de lo peor, Alto
del Río, la Plaza y la diosa Ceres, Vilugrón como siempre explicando con
esa calma que hasta es creíble, la Vicky, Marino, Don Piero- toda una
revelación- Mario Alejandro, todos, todos allá relatando la tragedia y yo
aquí, sentado frente al micrófono, oyendo como se desgarraba mi ciudad y
pensando que mis padres quizá ya no estaban...
Me fui a la casa, necesitaba ducharme, sacarme la madrugada y cambiarme
de ropa, como zombie miraba fijamente mi teléfono y nada, hablaba solo, con
Dios, con los Angeles y hasta con los perros, nada podía sacar de mi mente
la pena y el temor.
Medio día, el Intendente de la época, Sergio Galilea, citaba a conferencia
de prensa para anunciar la ayuda, y me preguntaba por mi gente, - No sé
nada Intendente- le dije conteniendo esas gotas que pesaban tanto en mis
ojos – Osses, me dijo, si necesita irse dígame no más, yo le busco un cupo
en algún vuelo de la FACH- un gesto que jamás se olvidará, así como el de
todos los que poco me conocían, de pronto termina la cita, bajo, llego al
auto y veo el teléfono que por razones obvias dejé en silencio....” 2
LLAMADAS PERDIDAS CASA”...sin pensar las devolví sin éxito hasta que sonó
nuevamente- “Hijo, estamos bien, se movió la casa, pero estamos bien- no
soy de los que creen que los hombres no pueden llorar, yo lo hice por casi
10 minutos.
Y así pasaron los días, oyendo cómo saqueaban, oyendo el lacrimógeno
mensaje de Marcelo Rivera, oyendo cómo se remecía la ciudad con cada
replica, y yo aquí, sin poder hacer nada, jamás dejaría La Radio para irme
a Conce, salvo que las cosas volvieran a su curso lo que recíen ocurrió el
miércoles, había llegado el momento de cobrar la palabra, necesitaba un
cupo para viajar y así fue, -Andate y ve a tu gente, es lo mejor que puedes
hacer- dijo Don Pablo el administrador de La Radio y de la nada estaba en
casa haciendo la mochila y cargándola de comestibles y agua, unos amigos de
verdad habían llevado algo antes a mi casa, ahora me tocaba y me fui al
Tepual, el “Chino” un control casi multifacetico me llevó, estaba a minutos
de subir al Hércules y Santiago Pablovic me aguó el completo y la bebida
que engullía...”Hay alarma de Tsunami”, por la cresta se suspende el vuelo
pensé al tiro.
Hablé con mi gente, todos bien, nada de arrancar, y ojalá se pueda volar,
cuando vi la mochila que era tragada por el gigante Hércules de la FACH me
dije “tamos daos”, de allí al abordaje y la hora y media de vuelo pasó casi
como un suspiro, a las 8 de la noche pisaba Carriel Sur, una ciudadela de
ayuda, cajas y militares, a esperar el salvoconducto, todos amigos de
todos, todos echándole pa delante, no importaba que se acabaran los papeles
para transitar, los propios efectivos de la Fuerza Area me llevaron al COT,
con mi permiso en la mano me bastaron las tres cuadras hasta la Radio para
entender que mi ciudad quedó herida grave, físicamente y en el alma.
Mi radio era una farmacia, las calles fuertemente resguardadas, las
escaleras hasta el tercer piso inagotables, el abrazo con mi gente lo más
lindo, el encuentro con los muros y las casas botadas, desgarrador, -cómo
mierda vamos a salir de todo esto- pensaba.
Me tomé los dos siguientes días para acompañar a mis padres, íbamos a
buscar agua a una vertiente cercana pues los móviles de ESSBIO quedaban
cortos, los acompañé a poner bencina luego de tres horas de cola, fui a
comprar al Bigger después de esperar otras dos, la ciudad despertaba tarde
por el toque de queda y sus habitantes asomaban a las calles timoratos y
caminando como almas en pena, sin rumbo.
Ya el sábado me reintegré a la pega, y tuve la oportunidad de recorrer la
ciudad, los edificios a mal traer, la impotencia de quienes perdieron todo,
la mal llamada “Zona cero”, pero también pude sentir ese despertar, las
ganas de salir del mal sueño, que cosa más rica sentir que nos levantamos
con el deseo de poder sacudirse el polvo telúrico de los 8,8 pese a que las
réplicas nos recordaban a cada rato que la tierra todavía se acomodaba.
Me quebré varias veces, en silencio, sin nadie a mi lado, me quebré por mi
gente, por la gente, por todo lo que vi, por todo lo que pude vivir, pero
cuando se acercaba la fecha de la vuelta, la tranquilidad ya me invadía,
las sonrisas asomaban...y así me vine...dejando en el terminal a mi
familia, a mis amigos y una parte de mi alma, fue un mes exacto de
vivencias tan intensamente lindas, de recordar calles, amigos y costumbres,
fue un mes de terremoto y de renacimientos, fue un mes de radio y de canal,
un mes guardando recuerdos, para toda la vida.