domingo, 19 de diciembre de 2010

Créanse artistas... a propósito del Premio Nacional de Periodismo Deportivo para Héctor Alarcón Manzano

Por Cristhian González Arancibia

Recuerdo con claridad la primera vez que estuvimos cerca. Fue en marzo de 1997. Había ingresado hace pocos días a estudiar Periodismo en la U de Conce y mis padres me habían regalado una grabadora de ésas con casete chiquitito. Engrupido, iba a cuanta conferencia de prensa encontraba hasta que llegué a ésa, previa a un amistoso de Colo Colo en Collao.

En la entrada, me advirtieron: “¿Usted es estudiante?”. “Sí, de la U de Conce”, respondí, como si la chapa sirviera de rompefilas. “No sé si lo dejen entrar. Está Alarcón Manzano y sólo admite periodistas titulados”, me previnieron en plena época de una lucha por la exclusividad profesional que hoy está perdida. Que la perdimos feo, pero que el “profe” ha seguido dando: presidió el Consejo Provincial del Colegio de Periodistas y encabezó algún intento por agrupar a los que cubrimos deportes. Pocos acudimos al llamado.

Héctor Alarcón Manzano es el periodista deportivo más reconocido de la Octava Región. Varias veces, en la micro de vuelta de algún entrenamiento, he sido testigo de que los choferes escuchan su programa en Radio Femenina o de fanáticos que debaten acerca de sus comentarios. Opiniones hay para todos los gustos. Si no fuera así, no tendría sentido.

Su secreto mejor guardado es de qué equipo es hincha. Tengo mis sospechas, pero nunca las ha confirmado. “Le ha costado salir del clóset”, suelo reprocharle. Aún no puedo tutearlo. No me nace.

De su carrera he sido testigo en los últimos trece años. Sospecho que me perdí una buena parte: sus comienzos en la radio Tomé, su paso por la Simón Bolívar, la Biobío o la época en que dirigió la estación local de la Chilena. No alcancé a verlo en el desaparecido Canal 5, en el que –me contaron- fue uno de los pocos que entrevistó a Paul Schaefer. Pero presencié sus discusiones con el inefable Bernardo Pelén – de quien dudo que descanse en paz- en TVU. En medio de un programa, hoy de culto, le subieron un gato al estudio. Alarcón reclamó inocencia.

Donde más compartimos fue en la universidad. Fue mi profesor en Radio y en Televisión. Era la época del informe de notas escrito en una Olimpia del año de la pera. “¿Profe, cuando le va a cambiar la cinta al notebook?”, lo desafiaba. Siempre ha dicho que fui una piedra en su zapato y que le saqué varias de las canas que adornan su cuero cabelludo. Una de sus arengas nos inspiró. “Créanse artistas”, nos dijo, sin reparar en las consecuencias de su recomendación para una camada a la que sólo le faltaban luces.

En esa época, ya competíamos. Él era parte del inventario en El Mercurio y yo daba mis primeros pasos en La Tercera y en el diario pop. Su única concesión era traerme de vuelta en su auto, si no tenía móvil.
Hoy debo agradecerle, también, su colaboración en Purofútbol.cl, un proyecto de tres amigos en el que es columnista y al que nos ilusionamos con sacarle rédito económico, aunque a los periodistas no nos preparan para eso. También, congratularme por ser su amigo, porque me lo dijo hace ya varios años. Pero fundamentalmente, felicitarlo por la alta distinción que acaba de recibir. Es el Premio Nacional de Periodismo Deportivo 2010. Se lo merece.

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