lunes, 17 de diciembre de 2007

Germán Santana Guerra


Escribir Germán ,de su llegada a Concepción el año 1949, de sus comienzos en la Companía de Gas de Concepción, de su interés por la radio y el periodismo,es tratar de resumir en una página los útimos 58 años de su vida .
Jugador de futbol, mas precisamente arquero, Germán perteneció a la « cuarta especial del Santiago Morning » gracias a su estatura,un metro y 83 centimetros, su agilidad felina,pero aún más su deseo de atrapar el balón, ese deseo de sobrepasarse , ese deseo de competir, hicieron de Germán un muy buen arquero, y al mismo tiempo un adversario de talla para los delanteros del equipo rival.

Desde su llegada a Concepción ,el jugó por el Lord Cochrane y paralelamente comenzó su carrera en la Cía de Gas.
Su gran habilidad manual, la fragua, la soldadura y los fierros no tenían secretos, puesto que habia aprendido de mi abuelo Alberto.
Me recuerdo haber visto obras en fierro forjado, recuerdo haber visto a mi padre atajar tiros penales, siempre decía que la situación de ejecutar un penal era la hora de la verdad entre el delantero y el arquero. Momento de verdad en que la condición fisica era importante pero aún más la voluntad y la fuerza mental.
¿El arquero debe anticipar a qué lado? ¿A ras del suelo o arriba ? Esa era la lógica como arquero, y fui testigo, con mucho orgullo, que funcionaba.

Fue esa pasión por el fútbol que lo empujó a una segunda carrera, Su ingreso a la radio Simón Bolívar comienza una tarde de invierno penquista, Yolanda, mi madre escuchó gracias a una radio « galena » que la radio busca nuevos locutores deportivos.
Con la confianza que lo caracterizó como arquero al frente de un delantero, Germán se presenta a la « Bolívar » allí conoce a Silvino Pulgar padre, también a su hijo ,ambos locutores y excelentes profesores. Es bajo la supervisión de Antonio Jaén Buendía propietario de la emisora, que comienza su pasión de la radio y el periodismo.

El término es muy apropiado, pasión, porque como muchos de ustedes lo conocieron Germán Santana Guerra fue siempre un hombre apasionado, tal vez a causa de su segundo apellido. Perfeccionista, no descansaba hasta lograr su objetivo. El decía que no hay triunfo sin esfuerzo. Les diré que como padre fue exigente pero justo.

Los domingos me llevaba a la cancha y desde la casetas de trasmisión fui testigo del trabajo conjunto ´de Germán y sus colegas:Juan Troncoso, Mario Chandía, Roberto Caqueo, « El maestro »Jaime Olivares, Enrique y Hernán Osses, Jaime Smith , Carlos Munoz y muchos otros que cada domingo llevaban el fútbol a miles de aficionados.

Germán como locutor deportivo se imponía la obligación de describir el partido de la manera más neutra posible ,exponiendo de preferencia los gestos deportivos y las buenas jugadas. Siempre me decía que como locutor, al momento de gritar un gol, era su obligación de hacerlo como si fuera un gol de su equipo favorito. Aprovecho de señalarles que nunca supe cuál era su equipo preferido y hasta hoy dudo si su calidad de profesional le impidió tener uno.
Si bien su pasión fue el fútbol, eso no le impidio describir otras disciplinas. Box, básquetbol, remo, hockey en patines etc. Escribió para el diario « La Patria », y colaboró con otras emisoras, pero su corazón fue siempre fiel a su radio , Simón Bolivar.

Tal vez los penquistas de cierta edad se acordarán de Orlando Santana, hermano de mi padre. Orlando era cantante melodico y locutor de carreras de autos, en fin el microfóno fue la pasión de esos hermanos.

Germán vino a Canadá en dos ocasiones : En su primer viaje volvió a ver a su primera nieta Marie Fernanda y vio por primera vez a su nieto Erick Bernard. Hoy Marie está casada y vive en Michigan State. Erick Bernard es padre de Cedrick y Alexa. Desgraciadamente mi padre escuchó sus voces por telefóno pero no tuvo la suerte de ver a esos dos Santana que comprenden bien nuestra lengua pero se educan en francés.
De sus viajes a Canadá, mi padre se llevó grandes recuerdos : El estadio Olímpico de Montreal; el majestuoso rio San Lorenzo;, las impresionantes cataratas del Niágara; el oratorio de Montreal; el estadio del parque Jarry donde se juega el torneo internacional de tenis de Canadá; Ottawa la capital del país, en fin. Germán fue un admirador de Montreal de su cultura y de su actividad económica.

En los ultimos diez años gracias a los avances de la tecnologia, nos comunicábamos por Internet y nos hablabamos dos veces por semana. Con Germán hablabamos de todo, tanto de Chile como de Canadá y hasta de Estados Unidos teniendo en cuenta que Maria Fernanda vive allá hace mas de siete años. Mi padre seguia laa actualidad internacional pero aún más se interesaba cada vez que equipos de Sudamérica venían por aquí. Especial seguia los partidos de los tenistas chilenos.

Espero, señor Olea, que estos recuerdos muy personales le ayuden y permitan al mismo tiempo de mostrar a los penquistas el lado humano y familiar de mi padre.

Erick Santana, Montreal.

Hernán Osses Santa María


Periodismo Corriendo por las Venas


Su pelo color ceniza y sus pasos lentos, se unen a las huellas que han dejado en su rostro, los 74 años que ha vivido este penquista. Basta con nombrarle periodismo y sus ojos se iluminan, su vocación la lleva a flor de piel, más aún cuando la escuela de la vida, ha sido su mejor maestra.

por Karina Zúñiga Cáceres *

Trabajar todos lo días con la misma pasión de cuando se empezó, es una dicha que pocos tienen, bajo esta mirada, Hernán Osses, se podría jactar de ser muy afortunado, pero su personalidad se lo impide, la humildad que posee es extremadamente palpable, se siente en el bajo tono de su voz, en su mirada insegura, y por sobre todo, cuando dice que no tiene méritos para que lo entrevisten. De todos modos accede, dejando en claro que no tiene la agilidad mental de antaño, a pesar de esto, los recuerdos de su trabajo periodístico están latentes, como si hubiesen ocurrido ayer.
Su madre fue profesora de economía doméstica, en una escuela técnica femenina, hacía tortas, pasteles, bombones rellenos, incluso ganó una exposición de dulces en Concepción, quizás por esto él adora comer chocolates, sin embargo, la capacidad culinaria maternal no la heredó, pues sólo sabe cocinar huevos fritos.
La nostalgia lo hace llorar, cuando va a la tumba de su padre y recuerda lo poco que lo comprendió, le hace mal. Desde muy pequeño le tocó ver sufrir a su mamá, a causa de los vicios de su progenitor, estos tristes recuerdos lo marcan, su voz se estremece y desvía la mirada cuando habla del tema. Las películas tristes también lo sensibilizan, debido a la interiorización que tiene con la técnica cinematográfica.
Su infancia, la vincula con lo impactante que fue vivenciar a los nueve años, el terremoto de 1939, de esta experiencia aprendió a no temerles, por lo que el del sesenta no lo alarmó y mucho menos el último temblor que sacudió a Concepción, a pesar de vivir en un quinto piso.
Al momento de definirse no duda ningún segundo en hacerlo basado en su profesión: “Como un periodista que tiene una larga trayectoria, y que ha tratado fundamentalmente de ejercer la profesión a cabalidad, intensamente, es decir, sin dejar un momento del día y en algunos años, de la noche, de trabajar por el gran placer que produce”.
Cuando joven practicó fútbol, por lo que se entiende que debería disfrutar con este deporte, lo cual no es así ya que goza cuando pierde la selección chilena, pues así le lleva la contra a toda la ignorancia de los cronistas deportivos, no soporta a Mauricio Israel por entrar “por la ventana al periodismo”, sólo porque tiene plata y a Bomballet lo considera un tonto que no tiene respeto por las personas y eso para él es fundamental.

Familia versus trabajo

Una cuadra y media de su casa lo separaba de Sonia Pincheira, una atractiva joven, menor que él, quien cursaba el último año en el Liceo Experimental. Después de egresar comenzó a trabajar en la Secretaría de la Escuela de Medicina de la Universidad de Concepción donde él estudiaba, el destino los unió, se casaron, y ya llevan treinta y cinco años de la mano.
De esta relación nacieron dos hijos, un hombre y una mujer que ya no viven con ellos, están en Valparaíso y Santiago respectivamente, siguiendo por fortuna, como dice su padre, un camino distinto al de las letras, ambos estudiaron ingeniería civil industrial.
Cuando trabajó fuera de Concepción, desplazó muchas veces a su familia, teniendo que asumir el rol de padre su esposa, por lo cual en los últimos años les ha estado entregando el tiempo que les debía. Va a buscar a su señora al gimnasio varias veces en la semana, rotulándose simpáticamente como su esclavo, porque si fuera necesario lo haría en cada oportunidad que ella se lo pidiera.
“ Cuando uno guarda afecto con otra persona, pasan los años y casi una vida entera, la madurez de los sentimientos va mucho más allá de lo que constituye un goce del amor espiritual y físico del otro ser, sin duda va más allá”, con estas palabras describe su relación con Sonia.
Tiene una distancia kilométrica con todo lo que tenga un fanatismo religioso, es católico por costumbre, y por no contradecir a su esposa, así evita disgustos. Piensa que la visión de la iglesia, frente al avance de la tecnología y la civilización es muy retrógrada, y que la sociedad asume las consecuencias de ella. “Aunque fuera un católico recalcitrante, aceptaría el uso de la píldora del día después, la considero una solución no sólo para las violaciones, sino que también para que el mundo no se siga multiplicando y después no haya como alimentarlo”.

Entrega total

A los diecisiete años, comenzó a trabajar en la Radio Simón Bolívar, como una actividad extra a sus estudios, mientras cursaba cuarto año en el Liceo de Humanidades.
Posteriormente ingresó a Pedagogía en Castellano en la Universidad de Concepción, pues era y es, un muy buen lector, que conserva como libro de cabecera El Quijote y goza con las novelas de García Márquez. Su curso era de cuarenta alumnos y eran dos hombres, porque en esa época las pedagogías eran despreciadas por los varones. Llegó hasta cuarto año y como la radio y la prensa escrita lo iban absorbiendo no iba a clases, así que no se recibió. No hace mucho comenzó a tratar de ubicar a sus compañeras, sobre todo las que le atraían más, tomando contacto con algunas.
Hernán siguió, de cierta manera, los pasos de su hermano mayor, ambos abandonaron sus carreras para convertirse en periodistas por vocación, eso si, que reconoce la superioridad de su consanguíneo, al cual admira mucho.
Su desarrollo dentro del periodismo, se consolidó gracias a dos factores, el primero, la falta de diversificación que tenía esta carrera en un inicio, y el segundo, por desempeñar un reporteo arriesgado en etapas políticas difíciles del país, específicamente en la década del setenta, obteniendo ganancias que le permitían sobrevivir, bajo el costo de una tortura que él recuerda como un gaje del oficio.
Se ha entregado a su profesión por entero, reconoce tener una forma inconfundible de hacer periodismo, evitando a toda costa firmar sus trabajos, sólo por el placer que le causa informarse, de que alguien se interese en averiguar quién fue el autor del texto, no obstante, siempre se muestra insatisfecho con lo que crea.
Vivió intensamente su labor como reportero, su casa era el diario, trasnochaba para ver como aparecía la letra impresa, era el editor, diseñaba y hacía los despachos de la publicación, desempeñándose en algunas oportunidades como fotógrafo.
Aún le pesa, no haberse quedado trabajando en el extranjero, viajó varias veces y le ofrecieron oportunidades laborales, como en 1972 en España, durante la dictadura de Franco, donde le pedían como requisito entrar al Opus Dei, eso le pareció absurdo, y no aceptó. También le ofertaron en Panamá donde pagaban muy bien y era bastante atractivo, pero pensó en su familia y sintió el temor al cambio de país, pues se considera un enamorado de su ciudad natal. Hoy, con la experiencia de los años, cree que el sacrificio hubiese traído sus recompensas.
A pesar de su edad, aún se desempeña como docente en la Escuela de Periodismo de la Universidad de Concepción, al parecer su pasión es más fuerte y lo seduce para seguir enseñando.
La incertidumbre de las nuevas generaciones de periodistas y la comercialización de la carrera le preocupa pues se olvidan de lo importante que es la vocación.
Si pudiese retroceder el tiempo y cambiarlo, seguiría una canción de Edith Piaf, quien a su parecer, es la mejor cantante popular francesa de la historia, la letra dice:“Rien, Je ne regrette rien”, “Nada, yo no me arrepiento de nada”, y lo asegura con una gran convicción, a pesar de reconocer algunos pecadillos normales, de los que la gente común se arrepentiría.


* Karina Zúñiga es alumna de la Carrera de Periodismo de la Universidad de Concepción, realizó esta entrevista en 2004.

viernes, 26 de octubre de 2007

Armando Lazcano Herrera

“Temible” es la palabra que definió la personalidad de don Armando Lazcano Herrera en la sala de redacción durante los trece años que fue director del diario El Sur de Concepción. Laborioso, serio, enérgico, acucioso, siempre a la búsqueda de lo perfecto en el resultado final del trabajo, las páginas del periódico, lo hicieron ciertamente temible para quienes tenían por esa época una idea diferente de lo que debía ser el Periodismo. Había asumido la dirección del centenario matutino penquista en 1945. Estuvo allí hasta 1958 cuando jubiló. Su mayor gloria, reseñan las crónicas, haber iniciado a través de las páginas del diario una intensa y prolongada cruzada a favor de la regionalización y de la unidad geoeconómica de las provincias del Bio Bio. Una adicional, haber colaborado en la primera línea para que la Universidad de Concepción fundara en 1953 su Escuela de Periodismo, de la cual fue profesor de Formación Profesional hasta poco antes de su muerte. Su hora más gloriosa, el Premio Nacional de Periodismo que obtuvo en 1958.
En 1962 y 1963 llegaba en su silla de ruedas al sótano de la Escuela de Medicina, sede de Periodismo, para dictar sus clases. La entrega de conocimientos la prolongaba, en ocasiones, en su departamento de calle Tucapel al llegar a O”Higgins, hasta donde acudían los alumnos ante el maestro imposibilitado físicamente para llegar al aula.
Don Armando, apelativo con que todos lo distinguían, nació en Valparaíso el 15 de febrero de 1898. Estudió tres años medicina, carrera que abandonó para dedicarse al Periodismo. El Mercurio, al cual ingresó a la sección Crónica en 1926, fue su primer diario. Enseguida asumió la jefatura de informaciones de Las Ultimas Noticias. El año 1934 lo encuentra como subdirector de La Estrella, de Valparaíso. Tres años más tarde regresa a Santiago en calidad de subdirector de Las Ultimas Noticias y La Segunda. Se reconocía de esa manera en Lazcano a un gran periodista.
Fama volat... en 1945 se lo convoca desde Concepción para que asuma la Dirección de El Sur. Arriba junto a su familia, su esposa la señora Emilia Solá Donadeo y sus hijos Armando y Elsa. Su aporte, otorgar una nueva orientación al medio, profundizar su incidencia en las cuestiones regionales, modernizar la diagramación. La simetría fue la novedad que impuso, asimismo el incremento del número de fotografías y la uniformidad de la tipografía de los títulos.
Era una época de golpes noticiosos. El gran rival era La Patria, matutino penquista ya desaparecido. Don Armando no aceptaba golpes. Reportero víctima de ellos era objeto de su ira. Otra razón para temerle.
Previsor el máximo. Carlos Godoy Rocca, otro maestro de periodistas, recuerda a propósito, las instrucciones de don Armando a Víctor Solar Manzano (premio nacional) respecto de estar atento al inicio de la Guerra de Corea para publicar la noticia en portada. Era un tiempo sin satélites, sin CNN ni nada parecido, sólo el cable y la radio. Lo citó cerca de la medianoche en su departamento, Víctor residía en el piso inmediatamente superior, y le advirtió “Yo estaré escuchando la radio norteamericana y si transmite el anuncio de inicio de las hostilidades golpearé el techo con el bastón y diré ¡¡ Víctor, la guerra ha comenzado¡¡. Usted se viste se va para el diario y despacha la noticia, ¿entendió, mijo?”.
Se le atribuían otras simpáticas anécdotas. Como aquella que relata que más de una vez lanzó editoriales escritos en casa, desde la ventana de su departamento, envolviendo con ellos una papa para facilitar que los cogiera al vuelo el auxiliar que los transportaría al taller. Era sabido, igualmente, que desde su domicilio observaba con anteojos de larga vista la oficina de la Dirección del diario dotada de un descomunal escritorio. Más de una vez reprendió a desprevenidos reporteros que habían tenido la osadía de arrellanarse en su sillón en su ausencia.
En Concepción don Armando ejerció una actividad gravitante, tanto que la Municipalidad le otorgó la Medalla de Oro Colaboración al Progreso. Fue presidente del Círculo de Periodistas, del Consejo Regional del Colegio de Periodistas y consejero de la Asociación de Adelanto y Defensa de Concepción (...). Recibió la condecoración de Oficial Caballero de la Corona de Italia.
Un día de abril de 1965, más precisamente el 13, don Armando Lazcano fallece en Concepción. En nuestra calidad de presidente del Centro de Alumnos de la Escuela de Periodismo que él fundara junto a don Rolando Merino, a don Ramiro Troncoso Vigueras y a don Sergio González Monsalves hablamos en el campo santo. Recordamos su bondad, lo que nos enseñó. Muy especialmente aquello que el Periodismo es un apostolado y que como periodistas no ganaríamos mucho dinero pero si llegaríamos a ser inmensamente ricos... en satisfacciones espirituales. Lo afirmaba muy en serio.

Hugo Olea M

Alfredo Pacheco

El apellido Pacheco ha pasado a ser emblemático para varias generaciones de periodistas formados en la Universidad de Concepción. A partir de él evocan el nombre y la figura de Alfredo Pacheco Barrera, que desde 1960, y por una década, fue el director de la Escuela de Periodismo. Antes de eso ya había desarrollado una dilatada labor en diarios y radios del sur del país y en la propia ciudad de Concepción.

Nacido en Temuco el 26 de septiembre de 1923, Alfredo Pacheco estudió dos años Derecho en la Universidad de Chile. En 1943 inició su carrera periodística como reportero de El Diario Austral, de Temuco. El año 45 lo sorprende en funciones similares en La Prensa, de Osorno. En el 46 retorna a Temuco para asumir la jefatura de informaciones de El Diario Austral. Cuando se funda el vespertino Crónica, de Concepción, 1949, vino y se hizo cargo de la Jefatura de Informaciones. En 1951 es subdirector de El Diario Austral y en forma interina sirvió las direcciones de El Correo, de Valdivia y La Prensa, de Osorno. En 1953 es designado director de La Patria, de Concepción y en 1960 comienza su vida como profesor vinculado a la Universidad de Concepción.
En el que fuera el segundo emplazamiento de la antigua Escuela de Periodismo en su historia, el subterráneo de la Facultad de Medicina, enseña Periodismo Informativo y Periodismo Radial. Predica sobre lo bueno y lo malo de la profesión, alerta sobre los totalitarismos, aboga por un acercamiento a la objetividad, llama los estudiantes a descubrir el mundo cada mañana. Se le respetaba, tenía credibilidad y se le quería. Lo que realmente lograba, siendo un hombre como todos, era irradiar bondad. Cosa que quienes fuimos sus alumnos nos vinimos a dar cuenta sólo cuando lo tuvimos lejos. Su humor era cosa notable, en ocasiones simple: “Sabes cómo le puso una señora a su fábrica de queques”, consultaba de improviso y a propósito de nada. No sé, era la respuesta. “Quequería su señoría, pues hombre”. (...)
Apreciaba grandemente las muestras de humor de los demás. Era curioso verlo enojado. No se molestó ni siquiera cuando en broma estúpida un grupo de estudiantes tomó en vilo su pequeño Fiat y lo pusieron en lo alto de la escala del pórtico de la Facultad de Medicina. Amaba la vida. Sandwich predilecto, “el aliado”. Jamón y queso.
Que aprendimos de Alfredo Pacheco, si que aprendimos y mucho. De sus clases, de sus conductas, de su palabra reflexiva y bien dicha. “Es menester pensar previo a escribir o hablar”, le escuchamos tantas veces. Anhelaba, quería tener un hijo periodista. No alcanzó a verlo. Camilo, el menor, hogaño lo es. Andrés , el mayor, un abogado.
Pacheco viajó por el mundo. Junto a su esposa la periodista Paulina Gallardo y sus hijos, residieron en Santa Fe de Bogotá entre 1972 y 1980. Desarrolló una innovadora y fructífera labor en el Centro Interamericano de Prensa Educativa y Científica, CIMPEC-OEA. Regresó a Chile para asumir la subdirección de El Sur. Cercano a la jubilación cumplió labores de consejero de la Dirección y a la vez editor del suplemento Actual, en donde por única vez lo tuve profesionalmente como jefe. Pauteaba entrevistas, ordenaba pero dejaba hacer. Confiaba a plenitud en todo aquél a que había contribuido a formar profesionalmente.
Alguna vez Alfredo Pacheco es seguro que plantó un árbol. Cumplió entonces satisfactoriamente con el paradigma de lo que debe necesariamente hacer un hombre en la vida “plantar un árbol, tener un hijo, escribir un libro”. Tuvo hijos, escribió varios libros: “Manual de Periodismo Educativo y Científico”, “Diez Años de Cooperación Interamericana”, “La Otra Mirada de Quintín Quintas”, que reunió en un volumen una selección de sus mejores columnas publicadas bajo su seudónimo de toda la vida, el que incluso utilizó en la desaparecida Radio Simón Bolívar. A propósito, al despedir un último comentario en una emisora de Temuco, no reparó en que el radiocontrolador había dejado el micrófono abierto y luego de creer que había concluido espetó a viva voz “señores radioescuchas váyanse a la ...”. Eran tiempos sólo de radio en Temuco. Los teléfonos aquella noche no cesaron de sonar y no precisamente con llamadas para congratularlo o lamentar su partida...
En 1965 recibió el Premio Nacional de Periodismo. En 1983 el Premio Alejandro Silva de la Fuente, de la Academia Chilena de la Lengua.
Este ser humano excepcional, periodista por añadidura, falleció el 9 de mayo de 1989. Tres meses después que fuera reabierta la Carrera de Periodismo de la Universidad de Concepción. Había soportado a pie firme una prolongada enfermedad. Contaba apenas con 66 años de edad, plena juventud... Dio sólo tiempo para una misa de réquiem en la Iglesia de La Merced, no para discursos de fúnebres. Pareciera haber tenido prisa para que sus cenizas fueran esparcidas cuanto antes en las aguas de la mejor bahía de todas las Indias...


Hugo Olea M.
Periodista

domingo, 21 de octubre de 2007

Silvia Riquelme, Premio Alberto Hurtado

La periodista Silvia Riquelme recibirá el Premio de Periodismo Alberto Hurtado 2007. Silvia es egresada de la Carrera de Periodismo de la Universidad de Concepción y ha manifestado su alegría por el premio y al mismo tiempo expresado que lo comparte con todos sus compañeros de Universidad.
La ceremonia de entrega del galardón se efectuará el próximo martes 23 de octubre en el
Palacio Ariztía.

jueves, 11 de octubre de 2007

El Diario Color de Concepción

Seis años y nueve meses alcanzó a circular en la provincia de Concepción El Diario Color. Fundado el 12 de marzo de 1971 y con una postrera edición que tiene fecha 17 de diciembre de 1977, ha sido, sin duda, la más exitosa y prolongada experiencia en los últimos treinta años, de editar un periódico en la ciudad, fuera de los muros de la centenaria empresa El Sur. Todas las demás, aparte de escasas, no han conseguido superarla. El nombre nace de la idea de ofrecer con una nueva tecnología de impresión, un rotativo a todo color.
La justificación para casi siete años de circulación ininterrumpida (incluso el 12 de septiembre de 1973 salió a la calle), deben ser necesariamente encontradas en los periódos históricos en que la publicación se desarrolla. Primero durante el gobierno de la Unidad Popular y luego en los cuatro primeros años del régimen militar.

Las expectativas de los sectores ligados a la Unidad Popular respecto del diario siempre fueron muy elevadas. Fue en esos años un extraordinario y moderno medio de comunicación capaz de vehicular de manera periodística, especialmente los mensajes de gobierno y las ideas-acción de éste. Alejado de las características de la prensa partidaria (El Siglo) y de los excesos de la popular (“Clarín”, “Puro Chile”), El Diario Color, surgió en Concepción como un útil instrumento capaz de enfrentar los cada día más desafiantes mensajes de la prensa opositora.
“Nuestras columnas estarán abiertas al pueblo, a los trabajadores, a la juventud, al hombre de empresa honesto y progresista y al político de acción. Pero por sobre todo a ideas señeras y matrices como la Nacionalidad, la Libertad, el Socialismo y la Democracia. Creemos que en estas palabras está el futuro de nuestro tan amado Chile”, puntualiza el comentario editorial del primer día.
En una provincia con un electorado de clara tendencia izquierdista y sin un medio propio que diera satisfacción a sus intereses, el diario se convirtió en un acertado narrador, comentarista y participante del conflicto político que vivía el país. Su línea editorial seria y ponderada, le valió la confianza de una gran masa de lectores. Ediciones dominicales de 50 mil ejemplares lo demostraron. Hubo, además, innovaciones tecnológicas y periodísticas que contribuyeron, igualmente, a su exitosa circulación: impreso en offset y fotografía en color, en lo tecnológico; un diseño atractivo, suplementos orientados a segmentos de lectores y nuevas formas de presentación de las noticias, en lo periodístico.
“Cuando muchos esperaban ver nacer un nuevo diario de oposición, se encontraron con la sorpresa de que en la provincia aparecía un órgano distinto, que en sus páginas no destilaba ni destila odio, no hacía ni hace de pitoniso de grandes catástrofes nacionales, sino que sin mostrarse incondicional del gobierno de Allende, si le prestaba su apoyo leal y sincero”. Editorial del 1° de julio de 1973.
El periódico desde sus inicios, sin embargo, siempre debió enfrentar problemas financieros. La inversión fundacional fue de 300 mil dólares para equipamiento y 2 millones de escudos respaldaron los trabajos para habilitar como sede el sitio que ocupaba una añosa bodega, en la calle Maipú al llegar a Colo Colo. La inversión publicitaria en todos los años de circulación no permitió, sin embargo, la necesaria estabilidad. En octubre de 1972, a raíz de la situación crítica que vivía el país, y ante la imposibilidad de la empresa de cancelar las cuotas del crédito otorgado por el Banco del Estado para la adquisición de maquinarias, los accionistas de la primera hora, de la Sociedad Periodística Chile Limitada, empresa creada en 1969 por Nuncio Ready Zablah para fundar El Diario Color, luego de haber comprado el matutino La Patria, venden parte de sus títulos a Jorge Peña Delgado e Iván Quintana. Representaban a los partidos Socialista y Comunista respectivamente. Estos comienzan a controlar la línea editorial del medio, pese a la existencia de un 50% de las acciones en manos de personas ligadas a la Democracia Cristiana.
El golpe de estado del 11 de septiembre de 1973 troca en forma dramática la línea editorial de El Diario Color. Ese aciago día el editorial llevaba por título, “Una salida constitucional”.
Es el único diario, “allendista” del país al que se le permite circular el 12 de septiembre. Lo hace sin el comentario editorial. Un artículo trascendente sólo para los protagonistas titulado “Austria e Italia Escriben Juntas su Historia” (…), ocupa el espacio que cotidianamente se le destinaba. Su publicación estuvo interrumpida durante ocho días. Es reinserta en la edición del 20 de septiembre y el elocuente título fue “El trabajo es la única receta”.
El cambio también afecta a la empresa. Desaparecen los accionistas ligados a los partidos Socialistas y Comunistas, por expropiación de sus bienes. La sociedad queda reducida al Fisco, con la propiedad de un 50 por ciento de las acciones, y a Nuncio Ready con la otra mitad.
A partir del 24 de mayo de 1974, el Fisco junto a la empresa Sociedad Periodística del Sur, toman el control el diario. Todavía no existe claridad cómo SOPESUR, se incorpora a la propiedad del medio. Se ha especulado que Nuncio Ready le habría traspasado sus acciones, cosa que éste niega. Es más, reclama aún el Estado la devolución de sus bienes. La
La coadministración Fisco- Sopesur lleva al rotativo a un irrestricto apoyo al gobierno militar. El 12 de marzo de 1975, con ocasión de conmemorarse el 4° aniversario, el presidente del Consejo, Julio Serrano Lamas puntualizaba que “El Diario Color es un vocero activo de los programas y metas de la reconstrucción nacional y ha puesto sus columnas al servicio de todas las iniciativas de bien público abordadas por las diversas autoridades de la región, esforzándose por desarrollar un periodismo limpio, objetivo, ponderado, ajeno al sensacionalismo diario, la difamación, la explotación comercial de las miserias humanas o el manejo malintencionado de la información. A tono con las exigencias de la nueva hora que vive nuestra patria”.
Corre el año 1976 cuando el Fisco se retira de la Sociedad dado lo inviable de ésta. SOPESUR continúa un año más, durante el cual imprime en los talleres del diario Color un cuerpo de 16 páginas con noticias nacionales e internacionales que remitía a “La Prensa”, de Osorno; “El Correo”, de Valdivia; y al “Diario Austral”, de Temuco para que fuera insertado en ellos. Esto y la falta de recursos para pagos de remuneraciones al personal, acciones judiciales de por medio, aceleraron el fin del diario, cuyo último número circuló el 17 de diciembre de 1977.
Tres periodos muy claros había registrado la línea editorial del El Diario Color durante todo ese tiempo: de una condición de independiente ligado a la Democracia Cristiana se convierte en fiel adherente al programa de la Unidad Popular, para, finalmente, en su última etapa, asumir como vocero oficial del gobierno militar en la zona.
El Fisco asume la deuda de la empresa y transfiere maquinaria y propiedades al ministerio de Bienes Nacionales, que a su vez los transfiere a Radio Nacional de Chile. Esta, finalmente, los vende, a la Universidad de Concepción, que sobre esa base realiza una inversión adicional y funda la Editora Aníbal Pinto, en cuyos talleres por espacio de un año, durante la rectoría de Guillermo Clericus, se imprime el diario La Discusión, de Chillán, en la misma rotativa que lanzó “El Diario Color”, en 1971.

Hugo Olea M

Publicado en la revista ESTUDIOS DE PERIODISMO, CARRERA DE PERIODISMO UNIVERSIDAD DE CONCEPCION.

Referencias:
CABALLERO, CLAUDIA, “El Diario Color 1971-1977”. Depto. Comunicación Social. Seminario de Título, Carrera de Periodismo. Universidad de Concepción. 1997.
BORRAT, HECTOR, “El periódico Actor Político” Editorial Gustavo Gilli, Barcelona. 1989.
DOONER, PATRICIO, “Periodismo y Política: La prensa de Izquierda en Chile (1970 – 1973)”. 1ª Edición. Ed. Instituto Chileno Estudios Humanísticos. Santiago. 1985.


jueves, 4 de octubre de 2007

Tiziano Belli

Italia o Chile: cualquier lugar es bueno para las pastas

Con una personalidad muy particular, alegre y cómica a la vez, uno de los chef más reconocidos de Concepción fuma incansablemente su cajetilla de Kent. Este admirador de la belleza femenina, característica tan propia de los italianos, trabaja casi la mayor parte del día, sin haberse dado vacaciones en los últimos doce años.

*Sullyn Lay P.


Es difícil encontrar gente que domine idiomas tan variados como el italiano, español, francés, alemán, inglés y suizo. Tiziano Belli, reconocido chef internacional, es una de éstas. Amante de su labor, llegando a ser trabajólico, ya que pasa prácticamente todo el día en su restorán. Portador de una gran jovialidad, amabilidad y sentido del humor que hacen de él una persona interesante, a la cual se le puede escuchar por horas y horas.

La historia de este personaje se remonta hacia el 22 de diciembre de 1955, día de su nacimiento en Domodossola, provincia de Piamonte, Italia. Llegando a este mundo en compañía de su hermana melliza, ocupando el cuarto lugar de ocho hermanos, quizás eso influyó algo en que siempre necesita estar rodeado de personas. Creció en un villagio, que son comunas alejadas de la ciudad, donde todas las casa son iguales. Su infancia fue normal, una vida tranquila, como la de cualquier niño, sin mayores sobresaltos.

Su vida laboral

“Nació primero como una alternativa y después empezó a interesarme; y cuando me di cuenta que me gustaba este tipo de trabajo, empecé a hacer las cosas bien”. Todo trabajo requiere esfuerzo, sacrificio y sobre todo empezar desde abajo. A los 13 años, Tiziano comenzó lavando la vajilla en los grandes hoteles, iniciando así, en forma no muy directa, su carrera gastronómica. Después lo ascendieron a un puesto un poco más alto donde debía lavar adecuadamente todas las verduras. Más adelante fue ayudante de uno de los chef de cocina, ya que en los grandes hoteles se dividen por equipos, o sea, hay un chef encargado de la carne, otro de las salsas y de las pastas, otro de los pasteles y así cada uno en una distinta especialidad. De los cuáles fue aprendiendo las distintas técnicas. Belli señala que llegó hasta la carne y los pescados, pero a los nunca a los pasteles, debido a que en la fábrica de pasteles de sus primas le hastiaron los olores tan dulces, haciéndole ganar cierto grado de antipatía, por este tipo de cocina, que nunca logró apasionarlo.

Una vez acabada toda esta etapa, a los 17 años recibió un certificado que lo acreditaba como chef de cocina, pero no ejerció en el hotel, porque los chef que están ahí son permanentes y no ceden el puesto por nada. Entonces le hicieron la propuesta de ir a trabajar a Alemania, en una cadena de restoranes italianos, de inmediato aceptó y partió.

Una vez ahí se estableció en Bad Kreuznach, donde laboró en la cadena de restoranes hasta los 23 años. En ese periodo hubo un “boom” de la comida italiana, llegando incluso a cambiar los gustos culinarios de los alemanes, quienes preferían la comida italiana a la propia. Entonces los restaurantes alemanes vendían muy poco, casi nada, lo que los llevaba a la quiebra. Belli se quiso independizar, comprando uno de éstos, a un precio bastante conveniente. Le cambió el nombre, bautizándolo como “Bei Tiziano”, que en alemán significa “Donde Tiziano” e instaló su primer negocio, una pequeña pizzería, emprendiendo así su carrera de empresario gastronómico. Luego se cambió de lugar pasando de pizzería a restorán. En su nuevo local, cuando tenía 28 años, conoció a su esposa Ximena Zuñiga, quien es chilena, específicamente de Chillán.

Durante su estadía en el país germano, viajaba cada seis meses a visitar a sus familiares y amigos. Llegando a haber veces en que sólo los veía una vez en el año.

El último trabajo en Europa lo hizo en Italia, fue en los ferrocarriles Trans’Europa Express, señalándolo como un trabajo en donde pagan bien, pero muy sacrificado y estresante, porque suben y bajan pasajeros en cada estación, estando todo rigurosamente programado en cuanto a horarios. Otro factor problemático era que subía gente de distintas nacionalidades. ”Antes no existía el Euro y en esos trenes tienes variados grupos internacionales como japoneses, franceses, españoles, alemanes, italianos y hasta rusos, entonces, teníamos que tener cuatro tipos de cajas, porque uno pagaba en dólar, otro en franco suizo, lira, marco alemán y había que darles cambio, si te equivocabas perdías mucha plata”.

También era complicado, porque trabajaban con paletas, que son los containers donde llevaban la comida. A veces se equivocaban de tren, ya que son muchas las líneas ferroviarias en Europa, desprogramando completamente el menú del chef, quienes estaban obligados a improvisar las comidas. Otras veces era peor, porque las paletas se caían, dejando a los cocineros sin materiales.

Matrimonio, hijas y el viaje América.

Desde Alemania se trasladó a Italia para contraer matrimonio con Ximena, donde solamente lo hicieron por el civil. No se casaron en el país germano para evitar todo el problema de los papeleos, porque el que Tiziano fuera italiano y su esposa chilena, hacía muy engorroso el desposarse en Alemania.

Tuvieron a sus dos hijas en Italia, Dayana y Dennis, de 17 y 14 años respectivamente. Con ellas tiene una muy buena relación “ mis hijas me adoran y yo las adoro también”. Esta frase la dice con un grado de tristeza, ya que pasa muy poco tiempo con ellas, incluso, hay días enteros en que nos las ve, por factores de trabajo, pero constantemente lo llaman para ver como está o decirle “ hola papito”.

El viaje rumbo a América lo hicieron por mar, ya que Tiziano señala que no habría aguantado dieciocho horas de vuelo. Llegaron a Brasil, donde pasó el susto más grande, mientras buscaban algo para movilizarse hasta el aeropuerto. “Ese era un pueblo pobre, niños caminando sin zapatos, casas feas de madera, la miseria, sin montañas y poca vegetación. Me impresioné mucho y dije donde voy a terminar aquí con mis hijas”.

Establecimiento en Chile

Un doce de octubre de 1990 llegó a Chile, estableciéndose en Chillán donde empezó con una pizzería sólo para llevar, al igual que en Alemania, después pasó a ser restorán. Con el correr de los meses Belli comenzó a disfrutar la ciudad, viéndola como un lugar pintoresco, donde abundaba el folklore y los bellos paisajes. Estuvo un par de años allá y decidió venir a probar suerte a Concepción.

En la ciudad penquista inauguró un local en la calle Barros Arana (el cual sigue hasta el día de hoy). Fue abriendo sucursales en Talcahuano y San Pedro, pero finalmente decidió cerrarlas para abrir un nuevo local en Pedro de Valdivia, inaugurado recientemente (30 abril del 2003), donde está la fábrica de los productos, para que así el sabor no varíe y tenga la misma calidad en los dos locales.

Hoy es un chef consagrado, lo que se nota claramente por la alta concurrencia a sus locales, incluso, sus antiguos clientes de Chillán todavía vienen a disfrutar de su cocina, gratificando el trabajo del signore Belli.



* Sullyn Lay es egresada de la Carrera de Periodismo de la Universidad de Concepción.

Carlos Godoy


La vida nunca es fácil, la profesión que eligió tampoco

Un buen periodismo como bandera de lucha

Con una historia agitada y fructífera ha dejada una huella profunda en su numeroso alumnado y ha escrito parte de la historia de la comunicación social en Concepción

Por María Andrea Nass Kruuse *

Carlos Godoy Rocca, periodista profesional y docente por vocación. Titulado en la Universidad de Concepción, estudió ahí desde 1955 hasta 1958. A lo largo de su trayectoria ha pasado por varios medios, muchos proyectos y no pocas caídas. Ahora, con toda una mochila de experiencia en su espalda, con la calma y conocimiento que entregan los años se dedica desde 1991 a hacer clases en la sede penquista de la Universidad del Desarrollo. Dicta el ramo de Introducción al Periodismo, es profesor guía de seminarios de título y además secretario del consejo de carrera de esa universidad.

Al preguntarle como se siente con su vida, dice que “bien”. “Muy bien”. Podría pensarse lo contrario por la enfermedad que muestran sus manos y por afirmarse en un bastón para caminar. Sin embargo el es feliz y se le nota. La calidez con que atiende a las personas y la sencillez que muestran sus palabras son de un hombre que ha vivido, de ésos que han sabido hacerlo y que se sienten felices por lo que son.

Nos sentamos a conversar, él con su mejor disposición, yo con mis mejores preguntas. Lo que me contó fue lo siguiente:

Llegó a este mundo un 12 de diciembre de 1934. Se crió en Concepción junto a su familia demostrando desde muy pequeño el interés por saber de todo un poco. Comenzó estudiando en una escuela pública y años más tarde se licenció en el Liceo de Hombres. Ya a esa edad empezaba a participar y colaborar en el periodismo mandando cómics a la revista Topaze.

“El periodismo es mi pasión”

Lo que vino después fue lo esperado para quién gusta de un conocimiento profundo de la realidad social. Ingresó a la escuela de periodismo de la Universidad de Concepción, y se tituló en ella tres años mas tarde.

Hombre muy profesional, esforzado y de fuertes convicciones siempre desempeñó sus tareas con el corazón. No dejó de poner un sólo trozo de alma a cada trabajo que emprendía. Con estas cualidades y el tesón que lo caracterizaba se formó un curriculum tan grande como la pasión que tiene por la vida. Trabajó en diarios, revistas, radios y colaborando en algunos canales televisivos. Fue primer reportero de diario El Sur. Jefe de informaciones del diario La Patria y jefe de la agencia de noticias de la Sociedad Periodística del Sur (sopesur). Colaboró en distintos diarios nacionales, como “El Correo de Valdivia”, “La Prensa de Curicó” y diario “Austral de Temuco”. En cuanto a emisiones de tipo radial tampoco se queda atrás. Trabajó en Radio Cóndor (Cooperativa de Concepción), Radio Simón Bolívar y Radio Araucanía (hoy, Inés de Suárez).

De esta manera su trayectoria y participación en los medios locales se hace cada vez más extensa y recurrente.

Aun atendiendo a todas éstas actividades, Carlos Godoy no dejó nunca de lado la vocación por la enseñanza. En universidades, institutos y colegios gozaron de la presencia de este ágil periodista. Sus mejores años los dedicó simultáneamente a trabajar en distintos medios y a la tarea de educar. De ésta manera hizo clases en el liceo de niñas, el colegio Concepción, los institutos Duoc y Santo Tomás y las universidades de Concepción y San Sebastián. Dirigió los diarios “El Cronista” (que se editó en Santiago durante el gobierno militar), y la “Discusión de Chillán”. Y de su jefatura en radio, estuvo a cargo de Radio Universidad de Concepción y de Radio Nacional de Chile sede local.

Luego de indagar tan profundamente en lo profesional, e informarme con detalle de sus actividades, no quedaba más que inmiscuirme en su vida privada. Uno se pregunta cómo ha sido su vida personal y si su trabajo ha afectado las relaciones de pareja. Con respecto a eso el comenta“me he casado tres veces, claro que sólo la primera por la Iglesia”. De sus tres uniones nacieron cuatro hijos, dos en el primero y los dos siguientes en el tercero. Los adora y se lleva de maravillas con ellos. Ahora está viviendo solo por que se separó hace algunos años de su última mujer que conoció trabajando en la Universidad de Concepción. Al preguntar sus nombres y el porqué de las separaciones, me explica que “yo te contaría, pero hay hijos de por medio. Aunque puedo decirte que mantengo muy buenas relaciones de amistad con las tres” . Dicho esto, ya no había mas que preguntar.

Hoy, Carlos Godoy tiene 67 años. Se refugia en su oficina y se esconde en los libros de los que dice son la mejor herramienta para convertirse en periodista. Comentando éste tema, reafirma lo que a menudo se escucha en boca de docentes. Que la lectura continua y crítica de todo tipo de textos es la herramienta principal para desempeñar un buen trabajo en su profesión. Critica y se manifiesta totalmente en contra de aquellos alumnos que entran a la carrera sólo para satisfacer sus ansias de ser famoso y de figurar. “En mi tiempo no era así” afirma. “En ésos años se leía mucho más y debíamos saber mucho más. No buscábamos la fama”.

Al preguntarle sobre la calidad de los profesionales y la actitud tomada por ellos en algunas entrevistas, dice que la prepotencia no es ni será un arma eficiente para obtener la información. “Algunos piensan que tirando un carné de reportero sobre la mesa van a tener las declaraciones de inmediato y las cosas no funcionan así”. Carlos Godoy es un hombre de límites y establecimiento de reglas. Reclama que sacaron materias tan importantes de los colegios como educación cívica, donde les enseñaban a respetar los héroes y valores patrios. Ahora- dice- cualquiera se ríe de Prat ó de O’Higgins. Y eso no debe ser. Se deben respetar ciertas reglas.

La vida no siempre es tan bella

Reconoce que la vida no es fácil y la profesión tampoco. Ha soportado la cesantía y padecido graves enfermedades. En septiembre de 1973, cuando se iniciaba el gobierno militar en nuestro país, la autoridad universitaria lo puso a cargo de la Escuela de Periodismo de la Universidad. Luego sirvió, junto a otro trabajador, de ministro de fe para el allanamiento del lugar. Mas tarde, la rectoría cerró la carrera. En ésa época era profesor de la escuela y colaborador del diario “la Prensa” de Curicó. Al cerrarse la carrera quedó cesante. “Es difícil por que tienes que arreglártelas solo. Y si tienes familia peor, por que tienes que mantenerla”. En noviembre de ése año, la rectoría y el ejército lo designaron director de la Radio de las Fuerzas Armadas y de Carabineros (radio Universidad) y reconoce que fue un buen período por que la radio era la emisora más potente de esos años y la señal se transmitía a todo el territorio nacional y gran parte de Europa central y América, por lo que transmitían informativos en castellano, inglés, francés y ruso. Además dependía directamente del comandante Luis Zenteno, a quien describe como “una excelente persona, ampliamente conocido por su caballerosidad”.

Del tema salud, él si que conoce de enfermedades. Me cuenta que actualmente ingiere siete pastillas diarias para sentirse bien. Todo comenzó cuando hace doce años le diagnosticaron una artritis reumatoídea maligna, seguida tiempo después por una polineuritis periférica. Ésta última enfermedad lo tuvo un mes hospitalizado ya que perdió la sensibilidad en manos y pies. “Al principio fue terrible. No me daban mucho tiempo más de vida. Incluso un cura me fue a dar la extremaunción. Al principio lo único que sentí fue rabia. Después unas enormes ganas de vivir y luchar para recuperarme”. Estuvo un mes en cama, cuando nadie lo veía se bajaba de ella para intentar caminar, hasta que un día lo sorprendió una enfermera y en menos de un segundo lo volvió a su sitio con el reto que ésta le dio. Ha sufrido tres infartos y tiene diabetes. Camina con un bastón, pero no hay nadie que lo detenga. El confirma la tesis de que estar activo mentalmente es lo primordial.

Una mirada a la actualidad

Cuando habla de gobierno, dice ubicar desde hace muchos años al presidente Lagos. Cuando trabajaba en el diario El Sur, le correspondió traducir un artículo de la revista Time que hablaba sobre un libro escrito por un chileno. Este autor era el actual presidente, que en ésa época sólo contaba con veinte años de edad. Respecto a su desempeño en el gobierno, el lo evaluaría con nota cuatro. Porque piensa que si bien es un hombre honesto y que tiene buenas intenciones para su país, no ha sabido mantener el orden bajo su mandato y se ha lesionado el desempeño de toda la administración del Estado.

Con respecto a la reciente guerra producida por Estados Unidos en Iraq, dice que el presidente Bush no tuvo ninguna justificación que legitimara el ataque y que la guerra sólo estuvo impulsada por el afán expansionista de tener a todos los países árabes bajo su dominio. Ante este hecho y el pensamiento y apoyo que debieron dar los otros países, es tajante al afirmar que el presidente Lagos debió haberse opuesto desde el primer momento y con más convicción de la que lo hizo.




*Andrea Nass es periodista, egresada de la Universidad de Concepción. La entrevista la realizó en la asignatura de Periodismo Interpretativo, en 2005.

Les adelanto lo que haré

Voy a publicar relatos textos periodisticos, documentos académicos a mi alcance, reseñas sobre periodistas del pasado y del presente, aparte de colaboraciones de mis colegas, en especial los jóvenes.También fotografías. Todo, como lo verán , estará ligado a Concepción.

El Editor