“Temible” es la palabra que definió la personalidad de don Armando Lazcano Herrera en la sala de redacción durante los trece años que fue director del diario El Sur de Concepción. Laborioso, serio, enérgico, acucioso, siempre a la búsqueda de lo perfecto en el resultado final del trabajo, las páginas del periódico, lo hicieron ciertamente temible para quienes tenían por esa época una idea diferente de lo que debía ser el Periodismo. Había asumido la dirección del centenario matutino penquista en 1945. Estuvo allí hasta 1958 cuando jubiló. Su mayor gloria, reseñan las crónicas, haber iniciado a través de las páginas del diario una intensa y prolongada cruzada a favor de la regionalización y de la unidad geoeconómica de las provincias del Bio Bio. Una adicional, haber colaborado en la primera línea para que la Universidad de Concepción fundara en 1953 su Escuela de Periodismo, de la cual fue profesor de Formación Profesional hasta poco antes de su muerte. Su hora más gloriosa, el Premio Nacional de Periodismo que obtuvo en 1958.
En 1962 y 1963 llegaba en su silla de ruedas al sótano de la Escuela de Medicina, sede de Periodismo, para dictar sus clases. La entrega de conocimientos la prolongaba, en ocasiones, en su departamento de calle Tucapel al llegar a O”Higgins, hasta donde acudían los alumnos ante el maestro imposibilitado físicamente para llegar al aula.
Don Armando, apelativo con que todos lo distinguían, nació en Valparaíso el 15 de febrero de 1898. Estudió tres años medicina, carrera que abandonó para dedicarse al Periodismo. El Mercurio, al cual ingresó a la sección Crónica en 1926, fue su primer diario. Enseguida asumió la jefatura de informaciones de Las Ultimas Noticias. El año 1934 lo encuentra como subdirector de La Estrella, de Valparaíso. Tres años más tarde regresa a Santiago en calidad de subdirector de Las Ultimas Noticias y La Segunda. Se reconocía de esa manera en Lazcano a un gran periodista.
Fama volat... en 1945 se lo convoca desde Concepción para que asuma la Dirección de El Sur. Arriba junto a su familia, su esposa la señora Emilia Solá Donadeo y sus hijos Armando y Elsa. Su aporte, otorgar una nueva orientación al medio, profundizar su incidencia en las cuestiones regionales, modernizar la diagramación. La simetría fue la novedad que impuso, asimismo el incremento del número de fotografías y la uniformidad de la tipografía de los títulos.
Era una época de golpes noticiosos. El gran rival era La Patria, matutino penquista ya desaparecido. Don Armando no aceptaba golpes. Reportero víctima de ellos era objeto de su ira. Otra razón para temerle.
Previsor el máximo. Carlos Godoy Rocca, otro maestro de periodistas, recuerda a propósito, las instrucciones de don Armando a Víctor Solar Manzano (premio nacional) respecto de estar atento al inicio de la Guerra de Corea para publicar la noticia en portada. Era un tiempo sin satélites, sin CNN ni nada parecido, sólo el cable y la radio. Lo citó cerca de la medianoche en su departamento, Víctor residía en el piso inmediatamente superior, y le advirtió “Yo estaré escuchando la radio norteamericana y si transmite el anuncio de inicio de las hostilidades golpearé el techo con el bastón y diré ¡¡ Víctor, la guerra ha comenzado¡¡. Usted se viste se va para el diario y despacha la noticia, ¿entendió, mijo?”.
Se le atribuían otras simpáticas anécdotas. Como aquella que relata que más de una vez lanzó editoriales escritos en casa, desde la ventana de su departamento, envolviendo con ellos una papa para facilitar que los cogiera al vuelo el auxiliar que los transportaría al taller. Era sabido, igualmente, que desde su domicilio observaba con anteojos de larga vista la oficina de la Dirección del diario dotada de un descomunal escritorio. Más de una vez reprendió a desprevenidos reporteros que habían tenido la osadía de arrellanarse en su sillón en su ausencia.
En Concepción don Armando ejerció una actividad gravitante, tanto que la Municipalidad le otorgó la Medalla de Oro Colaboración al Progreso. Fue presidente del Círculo de Periodistas, del Consejo Regional del Colegio de Periodistas y consejero de la Asociación de Adelanto y Defensa de Concepción (...). Recibió la condecoración de Oficial Caballero de la Corona de Italia.
Un día de abril de 1965, más precisamente el 13, don Armando Lazcano fallece en Concepción. En nuestra calidad de presidente del Centro de Alumnos de la Escuela de Periodismo que él fundara junto a don Rolando Merino, a don Ramiro Troncoso Vigueras y a don Sergio González Monsalves hablamos en el campo santo. Recordamos su bondad, lo que nos enseñó. Muy especialmente aquello que el Periodismo es un apostolado y que como periodistas no ganaríamos mucho dinero pero si llegaríamos a ser inmensamente ricos... en satisfacciones espirituales. Lo afirmaba muy en serio.
Hugo Olea M
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